Latinoamérica no quiere quedar atrás en su red de supercomputación, por lo que este año estrena ambiciosos proyectos que, aunque lejanos a la competición “exaflop”, les permitirán mejorar la investigación y proyectos TIC de la región.

La supercomputación está a la orden del día. Cada vez son más los gobiernos que invierten en esta nueva forma de investigación y procesamiento de datos. Y es que como dicen los científicos a día de hoy “quien no computa, no compite”. Esta tecnología ha ido avanzando progresivamente, pasando del megaflop al gigaflop, después al teraflop, y de ahí al petaflop. La próxima parada será el exaflop y, la última, hasta el momento, el  zettaflop.
Y cómo no, China y Estados Unidos se han posicionado a la cabeza de esta carrera de altura en la que se ha convertido la supercomputación. Según la lista del Top500 publicada en el mes de junio, donde se agrupan los supercomputadores más potentes del mundo, China lidera el ranking con su supercomputador Tianhe-2, diseñado por la Universidad Nacional para la Tecnología de Defensa china. El país, que ha capitaneado esta lista seis veces desde 2010, cuenta con la mayor potencia de cálculo mundial, alcanzando los 33,86 petaflops. Mientras, Estados Unidos ocupa el segundo puesto con su supercomputador Titan del Laboratorio Oak Ridge en Tennesse, con 17.59 petaflops.
La superpotencia, cansada de ser segundona, ha creado la Iniciativa de Computación Estratégica Nacional, firmada por el presidente, Barack Obama, con el Departamento de Defensa, el Departamento de Energía y la Fundación Nacional para la Ciencia. El objetivo es desarrollar el primer supercomputador de la era del exaflop, como extensión del petaflop, capaz de procesar un trillón de operaciones por segundo, lo que correspondería a un uno seguido de 18 ceros: 1.000.000.000.000.000.000. Con esta máquina, Estados Unidos pretende desbancar del primer puesto al país asiático.
En el resto del mundo, el panorama es distinto. Por ejemplo, en Latinoamérica, la supercomputación avanza poco a poco pero “con paso firme”, tal y como comenta Ginés Guerrero, subdirector del proyecto del Laboratorio Nacional de Alto Rendimiento (NLHPC) de la Universidad de Chile. Esta entidad es un ejemplo de que cada vez existe mayor conciencia del “poder que tiene la supercomputación para el desarrollo de un país”. Tanto es así, que la Universidad inauguró en el mes de mayo el Laboratorio Nacional de Alto Rendimiento, donde se encuentra su nuevo supercomputador, Leftraru, que en lenguaje mapache significa “halcón veloz”.
Pero no es la única institución educativa en estrenar procesamiento en la región. México también está de celebración con la puesta en operación del Laboratorio Nacional de Supercómputo en la Benemérita Universidad de Puebla, que se ha convertido en el primer supercomputador del sureste de México y el tercero del país. La universidad está ampliando la máquina con la intención de entrar en la próxima lista del Top500.

Más allá de la supercomputación científica

Como comentábamos antes, son muchas las universidades que están apostando por laboratorios de supercómputo. Con 70.000 estudiantes en licenciatura y 5.000 en grado, la BUAP ha abierto un nuevo supercomputador, gracias a la inversión de unos 5 millones de dólares, de los cuales el 40% del coste de las máquinas del equipo de supercómputo ha sido financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El proyecto que se inició en octubre de 2013 depende de la dirección General de Cómputo y Tecnología de la Información, una división creada el 26 de marzo de este año para acoger este tipo de iniciativas.
En operación desde febrero, este laboratorio cuenta ya con unos 30 proyectos en distintas áreas, sobre todo de química, biofísica, y materiales. Sin embargo, aunque su función principal es la investigación, “la intención es expandirse a la industria automotriz, el sector financiero y el gobierno”, explica Humberto Salazar, director del laboratorio. Para ello, la BUAP se encuentra en proceso de certificar con el nivel 3 de ICREA el data center que aloja este supercomputador.
Además, con la propósito de entrar en la lista del Top500, la BUAP está ampliando un 30% su Laboratorio Nacional de Supercómputo que pasará de tener 204 nodos a 268, superando los 6.000 núcleos de procesamiento. La interconexión será de 56 Gbps y la capacidad de almacenamiento aumentará de 1PB a 205TB. Se duplicará también el número de nodos especiales para cálculos complejos y de coprocesadores gráficos.
Con las mismas expectativas surge el Laboratorio Nacional de Alto Rendimiento (NLHPC) de la Universidad de Chile. “Nuestro objetivo no es sólo ofrecer a toda la comunidad científica chilena el acceso a la capacidad de supercomputación de manera gratuita, sino llegar también a la industria y al sector público”, apunta Ginés Guerrero.
Para acceder al supercomputador, los investigadores deben describir su proyecto y, una vez hecho, se les asigna de manera gratuita hasta 120 cores y 80 gigas de espacio en disco duro. “La idea del estado es tener impacto en todos los grupos de investigación del país para hacerlo más competitivo”, explica Eduardo Vera, director del NLHPC.
Leftraru ofrece 44 teraflops, 2.640 núcleos de procesamiento, una interconexión de 56 Gbps, y 12 coprocesadores Intel Xeon 5.
La Universidad de Chile centralizada en Santiago es la entidad educativa más antigua del país, con 30.000 estudiantes de diversas áreas y un amplio espectro de investigación y desarrollo, aunque también cuenta con extensiones artísticas como un museo de arte experimental o un ballet.
El proyecto que partió en enero de 2011, recibió una inversión en equipamiento de unos 3 millones de dólares, aunque tal como apunta Ginés Guerrero, el grueso del proyecto fue de un millón de dólares, financiado por el Programa de Investigación Asociativa (PIA) de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt).
Eduardo Vera será ponente en DCD Converged Chile que se celebrará el próximo 19 de Noviembre en Espacio Riesco. 
Este artículo se publicó completo en el número 24 de la revista DatacenterDynamics. Puede acceder a sus contenidos desde el apartado Revistas Digitales o directamente desde aquí.